No son pocas las familias que renuncian al hecho de viajar cuando los niños son pequeños por los problemas de gestión, movilidad y organización que puede acarrear una escapada de todos sus miembros al completo. Lo más común es que los padres tiendan a cambiar los viajes de larga distancia en avión por lanzarse a la carretera en coche procurando disfrutar de su tiempo libre en zonas más próximas a sus lugares de residencia, pero ¿por qué ha de ser así?
Está demostrado que conocer otras culturas ajenas a la que nos rodea potencia la empatía y la tolerancia desde la niñez. Es en este tipo de viajes culturales donde los más pequeños caen en la cuenta de la diversidad existente en el mundo que nos rodea y lo mucho que debemos aprender a conocer, respetar y descubrir el planeta. Solo el hecho de romper con la rutina es algo de lo más beneficioso para ellos, pues les ayuda a perder el miedo a los cambios y esto evitará problemas en su desarrollo y crecimiento futuro. Su manera de relacionarse y entrar en contacto con los otros se verá gratamente recompensada, ya que al tener que adaptarse a nuevos modelos de interacción ajenos a su hábitat natural, potenciarán la riqueza de sus relaciones interpersonales.
En suma, el mero hecho de viajar permite probar otros platos y alimentos y esto siempre acaba por resultar de lo más excitante para su paladar con un sinfín de sabores nuevos. Acostumbrar el oído a otros idiomas, hacer de cada escapada una auténtica lección de geografía e historia, respirar el oxígeno que nos regalan los diferentes climas y conocer animales exóticos o salvajes en su hábitat natural son solo algunas de experiencias que dejarán huella en los niños para el resto de sus vidas. En definitivas cuentas, ¡un regalo para los sentidos!
Por tanto, la realidad demuestra que lo único que, a la hora de la verdad, complica todo es el vuelo, y eso teniendo en cuenta que este se produjera en unas condiciones meteorológicas desfavorables o con algún fallo técnico. De ser este el caso, estaríamos ante una situación que, desde luego, también podría producirse con cualquier otro medio de transporte, por lo que, como quien dice, ¡todo son ventajas para realizar un viaje familiar al extranjero!
Pierde el miedo a los altos vuelos, no hay motivo para privarse del placer de viajar si así, además, invertimos y nos involucramos en la educación de los más pequeños.