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Con niños, ¡no hay miedo de altos vuelos!

No son pocas las familias que renuncian al hecho de viajar cuando los niños son pequeños por los problemas de gestión, movilidad y organización que puede acarrear una escapada de todos sus miembros al completo. Lo más común es que los padres tiendan a cambiar los viajes de larga distancia en avión por lanzarse a la carretera en coche procurando disfrutar de su tiempo libre en zonas más próximas a sus lugares de residencia, pero ¿por qué ha de ser así?

Está demostrado que conocer otras culturas ajenas a la que nos rodea potencia la empatía y la tolerancia desde la niñez. Es en este tipo de viajes culturales donde los más pequeños caen en la cuenta de la diversidad existente en el mundo que nos rodea y lo mucho que debemos aprender a conocer, respetar  y descubrir el planeta. Solo el hecho de romper con la rutina es algo de lo más beneficioso para ellos, pues les ayuda a perder el miedo a los cambios y esto evitará problemas en su desarrollo y crecimiento futuro. Su manera de relacionarse y entrar en contacto con los otros se verá gratamente recompensada, ya que al tener que adaptarse a nuevos modelos de interacción ajenos a su hábitat natural, potenciarán la riqueza de sus relaciones interpersonales.

En suma, el mero hecho de viajar permite probar otros platos y alimentos y esto siempre acaba por resultar de lo más excitante para su paladar con un sinfín de sabores nuevos. Acostumbrar el oído a otros idiomas, hacer de cada escapada una auténtica lección de geografía e historia, respirar el oxígeno que nos regalan los diferentes climas y conocer animales exóticos o salvajes en su hábitat natural son solo algunas de experiencias que dejarán huella en los niños para el resto de sus vidas. En definitivas cuentas, ¡un regalo para los sentidos!

Por tanto, la realidad demuestra que lo único que, a la hora de la verdad, complica todo es el vuelo, y eso teniendo en cuenta que este se produjera en unas condiciones meteorológicas desfavorables o con algún fallo técnico. De ser este el caso, estaríamos ante una situación que, desde luego, también podría producirse con cualquier otro medio de transporte, por lo que, como quien dice, ¡todo son ventajas para realizar un viaje familiar al extranjero!

  • Hay que tener en cuenta que los niños menores de dos años no ocupan asiento propio y, en estos casos, lo que se hace es proporcionar un cinturón supletorio que se engancha al de alguno de los padres.
  • No existe ningún tipo de prohibición para dar el pecho a los bebés en los aviones. De hecho, se convierte en un gran método para tranquilizar a los más pequeños privándoles también de molestias en los oídos ante las diferencias de presión que existen.
  • Si los niños son menores de dos años, únicamente hay que pagar las tasas. Entre los dos y los doce años, los precios suelen costar un ochenta por ciento, como máximo, de lo que valen los de los adultos, aunque en el momento en que se alcanzan los doce, la gran mayoría de compañías empiezan a incluir a los niños en la categoría de billete adulto. No está de más no perder de vista las ofertas de algunas compañías que, en algunas ocasiones, la mayoría fuera de temporada, sacan algunos billetes de avión para niños gratis o a mitad de precio.
  • Para vuelos internacionales el documento fundamental es el pasaporte y, en el caso de los más pequeños, el único dato a no perder de vista al respecto es la validez del mismo, pues para los niños es menor y muchos países exigen que, en el momento de la entrada, quede una validez mínima del pasaporte de seis meses. Por el contrario, para vuelos nacionales el único documento necesario es el libro de familia hasta los 14 años del menor.
  • La gran mayoría de compañías tiende a mostrarse generosa con las familias y a procurar que estas estén unidas gozando, en muchas ocasiones incluso, de un embarque preferente o de una prioridad a la hora de realizar los trámites en las aduanas de llegada.
  • Está permitido embarcar con un carrito siempre y cuando se pliegue a la hora de pasarlo por el scanner. Una vez en el avión, la tripulación se encarga de recogerlo y entregarlo a la hora del desembarque.
  • Con el avance de las nuevas tecnologías, mantener a los niños entretenidos es de lo más sencillo con el manejo de las pantallas digitales. En cualquier caso, los asientos de los aviones suelen contar también con algunas en las que se pueden visualizar películas infantiles.
  • La tripulación está autorizada para calentar biberones o las comidas de los niños y normalmente no suelen poner ningún tipo de problema.

Pierde el miedo a los altos vuelos, no hay motivo para privarse del placer de viajar si así, además, invertimos y nos involucramos en la educación de los más pequeños.

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