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El bilingüismo, un aliado para su futuro

En este mundo globalizado que nos rige hoy en día, el bilingüismo es un factor prácticamente indispensable para todos y muy en especial para los niños. La educación de los más pequeños se enfoca más que nunca a su preparación futura en un mundo sin fronteras lingüísticas y, por tanto, la relevancia que adquieren los idiomas se vuelve fundamental.

Mientras que la realidad actual asume el bilingüismo como una necesidad en la infancia, todavía existen algunos detractores de esta idea al considerar que un segundo idioma puede perjudicar el desarrollo lingüístico y cognitivo de los más pequeños. El hecho de mezclar palabras en ambos idiomas consigue que algunos padres entren en pánico ante la posibilidad de que sus hijos no puedan expresarse de manera plena en un único idioma al haber sido educados entre dos claramente diferentes. Sin embargo, lo cierto de todo esto es que acaba por resultar algo puramente natural, pasajero y, en absoluto, alarmante. Cualquier persona que sepa más de un idioma puede perfectamente apoyarse, dado el caso, en la otra lengua cuando lo que pretendía decir no le venía a la mente de manera instantánea.

Por tanto, sean cuales sean las posibles alarmas que pudieran surgir en torno a esto, la idea de que los niños aprendan idiomas siempre acaba por resultar un completo éxito. Algunos investigadores se atreven a asegurar incluso, que quienes están expuestos desde muy temprano a dos lenguas crecen como si tuviesen dos seres monolingües alojados dentro de su cerebro. Así, los bilingües tendrían una ventaja sobre el pensamiento de los monolingües, pues el bilingüismo tiene efectos positivos en la inteligencia y en otros aspectos de la vida del niño. Se rechaza así la absurda idea de que el aprendizaje de dos lenguas suponga una contaminación lingüística o un retraso en el aprendizaje de los pequeños. Es mucho mejor el aprendizaje a temprana edad, ya que así se alcanzaría el dominio de ambas lenguas desde el nacimiento, y no lo que sucede si se enseña la segunda lengua a partir de los tres años.
Cuando los niños se ven expuestos, de hecho, a varios idiomas, está demostrado que se convierten en personas más creativas y que desarrollan mejor las habilidades de resolución de problemas, pues hablar un segundo idioma durante la infancia ayuda a programar los circuitos cerebrales que le prepararán para ser más ágil en el aprendizaje de otras lenguas el resto de su vida.

De todos modos, si la intención es la de implementar el bilingüismo desde el nacimiento del bebé, cuando este vaya creciendo, nunca se le debe obligar a hablar de manera bilingüe. En estos casos, lo más adecuado suele ser que el niño escuche en ambos idiomas y se vaya familiarizando de la forma más natural posible a ellos. Es aquí donde entra en juego la figura de la babysitter. La simple idea de que desde la infancia los más pequeños puedan contar con una persona que les sirva de referencia para desarrollar esa otra lengua acaba resultando la combinación perfecta para su educación bilingüe, pues en su tiempo libre se expresarían con sus padres en un idioma, mientras que el otro sería trabajado de forma natural con la babysitter. En este caso, ambas lenguas se interiorizan de manera innata, sin ningún tipo de intervención académica y, por tanto, en un ambiente mucho más distendido que les beneficiará a la hora de configurar su personalidad.

En suma, los resultados son siempre un acierto en determinadas áreas. Por ejemplo, la capacidad de comunicación de las personas que tienen un conocimiento sobre distintas culturas, lo cual incluye los idiomas, siempre acaba resultando mayor. En la infancia, la idea de leer y escribir en dos idiomas distintos, amplía el conocimiento al poder desenvolverse en dos planos claramente diferenciados que facilitan un acceso a la información global.

Conocer culturas diferentes cultiva a las personas y, para los más pequeños, acceder a la literatura, a la historia y a determinadas actitudes, tradiciones y conversaciones que en casa le podrían resultar ajenas, no consigue otra cosa que no sea enriquecer su intelecto y capacidades sociales. Acceder, por tanto, a la diversidad del planeta que nos rodea, no hace otra cosa sino estimular la capacidad de desarrollo intelectual de los niños bilingües, resultando, en su mayoría, personas más creativas, flexibles y con una mente mucho más abierta al mundo y a los demás.

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